jueves, 19 de septiembre de 2013

Todo se lo llevó el río

Sorprendió a la amante con otro. Se había presentado sin avisar y eso puede ocurrir. Pero al regresar a casa antes de tiempo, justo por ese motivo, no esperaba encontrar a su mujer ocupada también en lo mismo. Fue como cuando le cambiaron el contrato fijo por uno a tiempo parcial, le bajaron el sueldo y lo amenazaron con el despido si no trabaja más y más tiempo. —Mejores que tú a cientos suplican en la entrada —le gritaron. Igual, ver gemir a su mujer fue otro grito igual. Su espalda se inclinaba, también, más y más.

Miró a un lado y al otro del puente y luego al río con fijeza.

–Todavía no, antes también yo quiero romper algo, –meditó en voz alta; despacio, muy despacio.

Con la misma prisa acabó de cruzar el puente. Al otro, al levantar la cabeza, oyó que le decían:

–¡Hola!

Escuchó con atención; la mirada era muy cálida, la sonrisa muy fresca y la cara más bonita todavía si cabe. Antes de bajar hacia las tetas miró hacia atrás para comprar si le seguían. Nada, en sombras se habían convertido los recuerdos. No quedaba ni el puente, todo se lo llevaba el río; que parecía fluir más libre sin orillas.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Te quise

Te quise. Te amé con la desesperación de un hambriento. Apareciste en silencio, como un barco sin motor. Llegaste con el viento, a toda vela. Te quise. Te amé sin temor y sin juicio. Me cautivaste con sigilo, como la brisa; en medio de un mar en calma, entre susurros y suspiros. Te quise. Te amé hasta el tormento. Eras una parte de mí que había perdido y que no he vuelto a encontrar desde que te conocí. Te quise, nací queriéndote. Esa sonrisa tuya, llave que abre todas las puertas. Te quise. Y te quiero con vehemencia hasta la tempestad. Te quise y te continuaré queriendo; quizá porque en mí necesite al azar de los sueños o, tal vez, sólo se trate de ausencia. El vacío que dejará tu partida se agranda cuando te acercas.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Si la yegua conoce caballo

—Haré lo que me pida, le daré lo que tengo en mis manos..., digo, haré lo que esté en mis manos, le daré lo que me pida —se inmoló mientras meaba.

—Da igual, amigo; digas como lo digas, si la yegua conoce caballo, no tienes nada que hacer en ese mayo —le aconsejó el compañero de meada, tras echale una ojeada.